domingo, 24 de octubre de 2010

Tenía que cargar con las intimidantes discriminaciones de mis compañeros de colegio.
Tampoco quiero echarles la culpa porque, al fin y al cabo, yo decidía ponerme mal por esas cosas .Retomando, quería ser como ellos, quería reír, sentirme feliz, pero me sentía pésimo, no quería vivir, me costaba e incluso hasta me dolía hacerlo. Estaba entrando, casi sin darme cuenta, en una terrible depresión que me llevaría a la destrucción total. Encontraba distintas formas de maltratarme, de agredirme; me odiaba, por lo tanto, lo merecía. Me discriminaba por ser YO. Sufría por vergüenza, por temor, por rechazos, sufría por todo, por cualquier cosa. Sufría por sufrir, porque siendo lo que era
no tenía derecho a nada, o, al menos, esa era mi teoría.

1 comentario:

  1. Muy bonito y muy triste,Ana. Pero aunque parezca increíble, la adolescencia pasa y también el dolor se va... te quiero mucho, tu profe Claudia.

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