Yo no tengo un sueño de vida, yo no pretendo ser algo, mucho menos alguien.
Yo pretendo Ser Feliz.
"Y llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en los más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo."
Esas cinco horas diarias eran para mí una tortura. Sólo esperaba que tocaran el timbre para irme a casa y abrazar a mamá. Era tal la angustia de saber que al día siguiente debía volver que me encerraba en mi cuarto, me tiraba en la cama, y me ahogaba con la almohada tratando de quedarme sin respirar el mayor tiempo posible. Quería aliviar mi dolor interno, el de mi soledad, sintiendo dolor físico. Quizás era la única adolescente de mi edad que pensaba en morir porque eso era mejor que vivir sufriendo como lo hacía.
Me atormentaba pensar que tenía que relacionarme con otros, no me sentía capaz de tener amigos. Sin duda mi timidez, sumada a mi antisociabilidad, hacían una combinación decadente en mí que derivaba en angustia y soledad. Una cosa llevaba a la otra, era antisocial por tímida, por lo tanto me angustiaba, y así aparece la soledad, que sólo me aislaba de los demás.
Las personas con trastorno de personalidad esquizoide son introvertidas, ausentes y solitarias. Parecen frías y distantes. Con frecuencia están absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y temen la aproximación y la intimidad con otras personas. Pocos habladores, sueñan despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.
Tenía que cargar con las intimidantes discriminaciones de mis compañeros de colegio.
Tampoco quiero echarles la culpa porque, al fin y al cabo, yo decidía ponerme mal por esas cosas .Retomando, quería ser como ellos, quería reír, sentirme feliz, pero me sentía pésimo, no quería vivir, me costaba e incluso hasta me dolía hacerlo. Estaba entrando, casi sin darme cuenta, en una terrible depresión que me llevaría a la destrucción total. Encontraba distintas formas de maltratarme, de agredirme; me odiaba, por lo tanto, lo merecía. Me discriminaba por ser YO. Sufría por vergüenza, por temor, por rechazos, sufría por todo, por cualquier cosa. Sufría por sufrir, porque siendo lo que era no tenía derecho a nada, o, al menos, esa era mi teoría.
Siempre dije que mi mente era mi peor enemiga… que nadie podría hacerme más daño del que podría hacerme yo misma. Pero creí morir cada vez que alguna de las personas que amaba me abandonaba. Empecé con depresión, todo esto por dolor. Porque no soportaba que se alejaran de mí, aún cuando fuera necesario. Primeramente porque tenía que crecer, dejando de lado la mano de mamá, afrontando la realidad, lo que me tocaba ser o, mejor dicho, NO SER. No era normal, quizás porque me sentía especial, diferente al resto, porque los demás estaban un paso adelante, y yo aún seguía atrás. Porque los demás jugaban a ser felices mientras yo moría de angustia.
“Siempre me pregunté qué se sentía antes de morir. Pensé que nunca lo iba a saber, pero hoy puedo decir que conocí la muerte. La viví y la vivo constantemente. Ver que pierdo todo y me quedo con menos que nada. Estoy sola, ya no tengo con quién reír, ni con quién llorar. No tengo amigas, ni abuelo, ni mamá. No tengo vida, no tengo nada más. Estoy cansada. Estoy cansada de vivir cuando deseo morir. Estoy cansada de esconder mi llanto, mi pena, mi alma. Quizás me lo merezca, como escuché que me decían alguna vez. Tal vez deba pagar con la soledad y la angustia todo el dolor que ocasioné durante tantos años. Los lastimé y no tuve piedad. Pido perdón, perdón por todo. Sé que algún día verán que los amé de verdad.
No llores porque muero, alégrate porque alguna vez estuve viva”
“Me duele, y nadie se imagina cuánto. Ya no es un sentimiento, es un estado. No me siento sola, ESTOY sola. La gente que se suponía que debería estar conmigo, hoy no está. Se borran, desaparecen, no contestan llamados ni mensajes de texto; no responden ante mis gritos desesperados de auxilio. Siento que para muchos soy invisible, que lo único que ven en mí son cortes, intentos de suicidio, o crisis. Vivo en crisis, es verdad, pero sigo viviendo igual. Estoy acá, respiro, hablo, lloro, pero, aún así, nadie puede verme. Sin otro remedio, me resigno a vivir de esta manera, invisible para el mundo, rechazada por mí. No puedo quererme; no, mientras alguien no me demuestre que sí lo hace.