viernes, 5 de noviembre de 2010

Me atormentaba pensar que tenía que relacionarme con otros, no me sentía capaz de tener amigos. Sin duda mi timidez, sumada a mi antisociabilidad, hacían una combinación decadente en mí que derivaba en angustia y soledad. Una cosa llevaba a la otra, era antisocial por tímida, por lo tanto me angustiaba, y así aparece la soledad, que sólo me aislaba de los demás.

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